Fromm plantea la necesidad de hacer ver la poca importancia que se le está dando a vivir la vida plena y tranquilamente, como se debiera, sino más bien ir lo más rápido posible para aprovechar el tiempo lo que más se pueda. Su entrega para tratar de paliar esta situación fue evidente.
En la actualidad, rápida y sumida en el consumo voraz, donde
el ser humano se llena de cosas que muchas veces no necesita sola y únicamente
para saciar ese deseo compulsivo de consumir y por esto el hombre ha olvidado
su verdadero sentido; la búsqueda del amor. Fromm se centra en reflexionar en
concreto, aceptando las limitaciones del pensamiento abstracto y renunciando a
cualquier tipo de actitud mesiánica que se presente.
“Abundancia y Saciedad”
Lo que plantea Fromm o mas bien, da a conocer los variados
sentidos del término “consumir”; todo lo que realizamos, sin embargo esto puede
suponer un problema psicológico si se realiza de manera compulsiva y con avidez.
Puede decirse que el hombre sólo es él mismo cuando se
expresa, cuando da salida a sus potencias innatas. Esto es, el hombre tiene que
“ser”, y si eso no ocurre, si se limita a “poseer” y utilizar, hay un proceso
de codificación, decae, su vida carece de sentido y se transforma en
sufrimiento. La actividad auténtica es el auténtico goce, y ello es la
expresión de sí mismo, el crecimiento de las potencias humanas.
El consumismo
El hombre consumista o homo consumens, como lo denomina
Fromm es aquella persona que constantemente va saciando deseos, ya sea el último
televisor pantalla plana con quién sabe cuántas aplicaciones o un viaje en
crucero por el Caribe no importa, porque va costeando lujos que para muchos de
nosotros son innecesarios y que al final de cuentas, lo material deja de ser
“deseable” y pasa a ser algo más, algo que ya tenemos y, por lo tanto, ya no
anhelamos. Es aquí cuando se produce el “hastío de hombre”, porque sólo se
desea aquello que no se posee por esto una vez que se tiene, el hombre se
hastía de lo que ya posee y vuelve al círculo vicioso del consumo compulsivo
sin nunca poder encontrar la felicidad.
Cuando alguien se encuentra aislado, e incluso cuando por
algún motivo no sabe qué hacer con su vida, si no tiene en sí los medios para
hacer algo vital, para producir algo o para recobrarse, sentirá el hastío como
un peso, como una carga, como una parálisis que él no podrá aclarar por sí
sólo. El hastío es una de las peores torturas. Es un mal muy actual y que se va
propagando. El hombre víctima del hastío, sin medios para defenderse de él, se
siente como un ser muy deprimido.
¿Por qué la mayoría de los hombres no nota eso, la clase de
mal que es el hastío, cuán penoso es?
Me parece que la respuesta es simple: en la actualidad
producimos muchas cosas que se pueden obtener y con cuya ayuda logramos eludir
el hastío. Se ingieren píldoras tranquilizantes, o se bebe, o se va de un
cóctel a otro o se pelea con el cónyuge o uno se distrae con los medios masivos
o se entrega a actividades sexuales, todas con el fin de ocultar el hastío.
Muchas de nuestras actividades son intentos destinados a impedir que el hastío
llegue al nivel de la conciencia. Pero no olvidemos la desagradable sensación
que tenemos con frecuencia cuando hemos visto una película estúpida o por
cualquier otro motivo hemos tenido que reprimir nuestro hastío, el malestar que
sentimos al notar que eso era en verdad mortalmente aburrido y que no hemos
utilizado nuestro tiempo, sino que lo hemos matado.
Junto con la actitud comunista, el hombre moderno se
caracteriza por una pronunciada tendencia al hedonismo. El hombre, según los
hedonistas, esta sujeto a la soberanía del instante, la prevención, el anhelo
de un placer futuro lleva siempre consigo cierta inquietud e inseguridad.
La tendencia al hedonismo es la consecuencia más cabal del
desarraigo y el vacío que caracterizan al hombre moderno. En la vida del hombre
también se integra el hedonismo o placer de la vida diaria sean honestos o no
dichos placeres. El placer se convierte en una necesidad análoga, inconsistente.
El hedonismo constituye la atmósfera de la sociedad en que vivimos, una actitud
que no tolera ningún tipo de cuestiona-miento.
Pérdida del sentido de existencia
Si el hombre no le da sentido a su vida, éste va a la
deriva. El hombre contemporáneo ha perdido su brújula. Se ha ido vaciando existencial-mente.
Hemos perdido de vista nuestra finalidad.
Viktor Frankl desde el punto de vista médico nos ofrece un
diagnóstico: toma en cuenta la voluntad de sentido. En sus pacientes pudo ver
un "vacío existencial" y "pérdida del sentido de la vida".
Y ésta enfermedad es muy propia del hombre moderno.
Muchas personas se dan cuenta de éste vacío cuando tienen
todo (vida muy acomodada) y es entonces que se pregunta qué sentido tiene todo
eso.
El que vive en la frustración existencial ignora como
encarar el sufrimiento, no le encuentra sentido alguno.
Hombres v/s Animales
Lo que diferencia al hombre de los animales es la auto-conciencia: conoce lo que es él mismo y lo que es otra cosa. Con el tiempo,
el ser humano empezó a superar su dependencia de la naturaleza, comenzó a
influir en el mundo con su cerebro, capacidad imaginativa e ingenio, y se creó
su propio espacio vital. Se dieron épocas de "relativa abundancia",
en las que se superaron la pobreza y escasez, pero sin que fuera suficiente
para que todos participaran. Paralelamente a esta situación en que no todos
pueden acceder a la mesa o no pueden gozar de la abundancia, que llega hasta la
sociedad moderna, una minoría acaba dirigiendo la sociedad y teniendo el poder.
Fromm señala esta paradoja de una cultura que produce cierta abundancia de
bienes, pero al mismo tiempo mantiene la desigualdad y el conflicto bélico. Aún
peor es considerar esa situación como eterna e inmutable, como inherente a la
condición humana y social, algo que nos tiene que resultar inconcebible.
Sociedad Contemporánea
Con la Revolución Industrial que reemplazó la fuerza
mecánica por la energía natural (proporcionada por seres vivos), nació la
esperanza de que la abundancia llegara para todos. No hace falta aclarar que
nunca se produjo. Fromm menciona una segunda Revolución Industrial en la que se
reemplaza igualmente el pensamiento humano por la cibernética, por máquinas que
dirigen la producción y también a otras máquinas. Es en en esta fase en la que
consolida la enajenación. Esta nueva sociedad no solo ha creado abundancia de
bienes, también necesidades, no meramente las clásicas de querer comer, beber,
habitar en buenas casas, etc. Podemos observar continuamente la progresiva
intensificación de la propaganda y del carácter llamativo del envase. Los
deseos del ser humano no provienen ya de su fuero interno, sino que se suscitan y orientan desde fuera. Aunque se hable de personas que les vaya bien a nivel
material en este tipo de sociedad, resulta estremecedor observar la
multiplicidad de exigencias que deben satisfacer.
Sistema económico actual
En la nueva fase del capitalismo, se basa en la máxima
producción y el máximo consumo. En el siglo XIX, la economía se basaba todavía
en la máxima economización de los recursos, podía resultar en aquellos tiempos
inconcebible el comprar algo sin que se tuviera dinero, mientras que hoy en día
parece un bicho raro quien no gasta más de le necesario y no pide un crédito para
alguna cosa. Fromm describe esta situación de incontrolable aumento de consumo
como el advenimiento de una nueva religión, la del país de Jauja, en la que el
paraíso sería un enorme almacén en el que hay de todo, uno posee siempre el
dinero suficiente para comprarlo y, si es posible, tratando de tener más que el
vecino. Esta religión se produce porque la autoestima se mide por lo que uno
posee, si uno quiere ser el mejor debe tener lo máximo. No hay límite para esta
situación, la producción y el consumo irán en aumento a pesar de las cíclicas
crisis del capitalismo que mantienen los pilares siempre intactos, y el hombre
se verá empujado a la pasividad, la envidia y la avidez. Finalmente, acabará
cayendo en la debilidad, la sumisión y la impotencia. Si hay una frase que
refleja perfectamente esta situación es que el hombre vive solo como lo que
tiene, no como lo que es.
El amor a la vida (Erich Fromm)
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